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miércoles, 4 de julio de 2018

LA LUCHA POR EL RESPETO EN EL FÚTBOL FEMENINO



Para la primera colaboración contamos con un artículo de Purificación Hernández, redactora jefa y coordinadora de la sección de fútbol femenino de la web deportiva grada3.com.

Gracias por tu colaboración


El fútbol ha sido, desde sus inicios, ese universo masculino en el que se han forjado los nuevos héroes de una sociedad que buscaba el entretenimiento como excusa para poder sobrevivir a su día a día. Era el bálsamo para el cansancio, para la pobreza, para el hastío. A medida que pasaron las décadas, el fútbol se apoyó en la publicidad, en la radio, en la televisión y llegó a todos los españoles y españolas, haciéndoles partícipes de las grandes gestas realizadas por los futbolistas. 

Y como el fútbol estaba en todas las casas, en todos los canales y se convirtió en el ocio más consumido por la población española, evidentemente también caló entre las mujeres. Pero ojo, ellas sólo podían ser espectadoras y/o acompañantes de sus hermanos, maridos, novios o padres al estadio de fútbol o al bar de la esquina. Ellas no podían jugar al fútbol porque el fútbol “es cosa de hombres”. 

Y así, la mujer que amaba el fútbol, la mujer virtuosa del balón, la mujer que deseaba por encima de todo marcar un gol… esa mujer debía soportar todo tipo de vejaciones por parte de los hombres (y desgraciadamente de muchas mujeres) por practicarlo:  “El fútbol femenino es muy lento”, “las mujeres no saben jugar al fútbol”,  “no es un deporte para señoritas”, “vete a fregar a tu casa”,… esas son algunas de las lindezas que debían escuchar una y otra vez en los campos donde intentaban disfrutar de su deporte favorito. 

Sin embargo, no hay nada más representativo del estigma de la mujer futbolista como la mítica frase “El fútbol femenino ni es fútbol ni es femenino”. Describe el machismo de la sociedad española con una crudeza sin igual. Para empezar, entiende que la mujer es incapaz de jugar bien al fútbol, porque sí y ya está. Es un deporte físico, de contacto, de velocidad, de poderío y esos valores nunca se han correspondido con el sexo femenino (o no han querido nunca acercarlos). El hombre español que se jacta de decir esas frases espera que la mujer femenina sea esa persona endeble y delicada, a punto de caerse, a la que proteger con sus fuertes brazos, tal y como les han inculcado desde pequeños. En cambio, ¿cómo un hombre medio español podría proteger a una mujer capaz de golpear el balón desde fuera del área y meterlo por toda la escuadra? Esa mujer rompe sus esquemas e, incomprensiblemente, hace tambalear su virilidad, tan débil como sus argumentos. 

Por suerte, poco a poco las mentalidades van evolucionando y es innegable que en la actualidad las cosas han cambiado. Hace veinte años muchas jugadoras de fútbol jugaban a escondidas de sus familias, porque el fútbol no era un juego apropiado para mujeres y aun así, siguieron haciendo lo que les mandaba el corazón. Esta lucha sembró unas semillas poderosas de las que ahora podemos ir empezando a recoger sus frutos. A medida que pasaron los años, cada vez era más común ver a niñas jugando al fútbol, aunque como sucede en todos los ámbitos de la sociedad, tienen que demostrar que son mucho mejores que cualquier niño de su misma edad para que sean mínimamente respetadas. Y poco a poco, esas niñas, crecidas entre obstáculos como flores en medio del cemento, se han convertido en grandes futbolistas que hoy por hoy juegan de la Liga Iberdrola, bajo un patrocinio que ha sacado del ostracismo al fútbol femenino y que junto con Gol tv y sus retransmisiones en directo han arrojado luz sobre la oscuridad en la que se encontraban las mujeres futbolistas. 

Pero esta lucha sólo acaba de empezar. Ni siquiera se trata de equiparar los sueldos, porque actualmente ni el mejor de los científicos españoles gana lo mismo que el jugador más mediocre de una plantilla de fútbol de primera división. Se trata de seguir luchando para garantizar, tanto a las mujeres que actualmente juegan al fútbol como a esas niñas que se despiertan y se duermen con un balón bajo el brazo, que sean respetadas, valoradas y apoyadas por la sociedad, tal y como actualmente sucede con los varones.  Que ninguna niña se quede sin jugar al fútbol, que para ningún niño sea una deshonra ser regateado por una niña, que haya hombres capaces de admirar de corazón a una futbolista, al igual que muchas mujeres admiran a futbolistas masculinos. Ese es el destino de este viaje que acaba de empezar.

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